SACRIFICIO DE CORDEROS

006-SACRIFICIO CORDEROSAdán y Eva tenían todo a su disposición proporcionado por el Señor para su felicidad, salvo una cosa que Dios les prohibió1, y desgraciadamente eligieron hacer caso del tentador y desconfiar del Dios de amor que los había creado.2 Ahora conocían el mal3, el pecado e iban a sufrir sus consecuencias.4 La desobediencia implicaba desconfianza y rebeldía ante el Creador que les había dado la vida y la sustentaba. Esta rebeldía los separaba de Dios de forma libre y espontánea, situación que rompía el cordón umbilical con la fuente de la vida que era Dios, y por consiguiente la muerte sería el resultado de su libre decisión. Después de ser expulsados del Paraíso5, Adán y su descendencia, de acuerdo con las indicaciones especiales de Dios, tuvieron que presentar ofrendas por el pecado, necesitaban un sustituto, un Redentor.6 Dios dispuso un sistema basado en la humilde obediencia, para que manifestaran reverencia hacia Dios, y fe y dependencia en el Redentor prometido, por medio de la muerte de los primogénitos del rebaño y la presentación solemne de ellos en un altar junto con su sangre, como holocausto ofrecido al Señor.7 Ese sacrificio les induciría a recordar siempre su pecado y al Redentor venidero, que habría de ser el gran sacrificio realizado en favor del hombre.

Dios les dio el ejemplo al sacrificar unos animales para vestirles con sus pieles.8 Esta ceremonia, ordenada por Dios, debía ser un constante recordativo para Adán, así como un reconocimiento penitencial de su pecado. Para expiarlo, se requirió nada menos que la muerte del amado Hijo de Dios, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.9 La sangre de los animales debía relacionarse en la mente de los pecadores con la sangre del Hijo de Dios. La muerte de la víctima debía ser una evidencia para todos que el castigo del pecado es la muerte. Mediante el acto del sacrificio el pecador reconocía su culpa y manifestaba su fe, por cuyo intermedio preveía el inmenso y perfecto sacrificio del Hijo de Dios, prefigurado por las ofrendas de animales.10 El pecado, la transgresión de la ley de Dios, produjo una espantosa separación entre el Padre y el hombre. Abel, hijo de Adán, temía a Dios. Ofrecía los primogénitos de su rebaño, y de los mejores, como Dios lo había ordenado11; y con humilde reverencia presentaba su ofrenda con plena fe en el Mesías venidero. Dios la aceptaba, por eso un fuego procedente del cielo consumía la ofrenda de Abel.

 

Referencias Bíblicas:

  1. Génesis 1: 28, 29; 2: 9, 16, 17; 3: 2
  2. Génesis 3: 4-6
  3. Génesis 3: 22
  4. Génesis 3: 7, 16-19; Romanos 6: 23
  5. Génesis 3: 23, 24
  6. Apocalipsis 13: 8
  7. Génesis 4: 4; Génesis 3: 15
  8. Génesis 3: 21
  9. Hebreos 9: 22; Juan 1: 29
  10. Hebreos 5: 1
  11. Hebreos 11: 4