DIANA DE LOS EFESIOS

ARTHEMIS OF THE EPHESIANS-DIANA DE LOS EFESIOSA pesar de todo su tacto, Pablo se vio envuelto en Éfeso en un gran problema, un gran alboroto y levantamiento popular contra él y sus compañeros, debido a la superstición, idolatría y gran fanatismo de los efesios por la patrona de su ciudad, la diosa Diana, la cual tenía allí un gran santuario, un templo muy famoso, una de las maravillas de la antigüedad. Pablo actuaba y hablaba siempre con mucho respeto, aunque también con claridad. El asunto tuvo su origen en una persona que vio peligrar su negocio por la predicación de Pablo. De forma clara, el texto bíblico dice: “Resulta que un platero llamado Demetrio hacía réplicas en plata del templo de la diosa Diana, con lo cual ganaban mucho dinero los artífices. Demetrio reunió a los obreros y les dijo: «Amigos míos, ustedes saben que este oficio es para nosotros una buena fuente de ingresos. Pero como han visto y sabido, Pablo ha persuadido a mucha gente de que no son dioses los que hacemos con nuestras manos. De esto ha convencido a mucha gente, no sólo en Éfeso sino en casi toda Asia. Esto no sólo desacredita y pone en peligro nuestro negocio, sino también al templo de la gran diosa Diana, que es venerada en toda la provincia de Asia y en el mundo entero. ¡Esto la despoja de su divinidad y majestad!»

Cuando los artesanos oyeron esto, se llenaron de ira y gritaron: «¡Grande es Diana de los efesios!» La ciudad entera se llenó de confusión, así que todos se fueron al teatro y se llevaron a rastras a Gayo y Aristarco, los compañeros macedonios de Pablo. Pablo intentó enfrentarse al pueblo, pero los discípulos no lo dejaron. También algunas de las autoridades de Asia, que eran sus amigos, le enviaron un mensaje, en el que le rogaban que no se presentara en el teatro. Era tal la confusión entre la concurrencia que unos gritaban una cosa, y otros, otra; aunque la mayoría no sabía para qué se habían reunido. De entre la multitud, los judíos sacaron a empujones a un tal Alejandro, que a señas pidió silencio, pues quería presentar su defensa ante el pueblo; pero cuando supieron que era judío, todos a una voz gritaron durante casi dos horas: «¡Grande es Diana de los efesios!»Una vez que la multitud se apaciguó, el escribano dijo: «Varones efesios, ¿quién no sabe que la ciudad de Éfeso es guardiana del templo de la gran diosa Diana, y de la imagen que cayó del cielo? Esto nadie lo puede contradecir. Lo que ustedes deben hacer es calmarse y no actuar con precipitación. Han traído ustedes a estos hombres, que no han profanado ni ofendido a nuestra diosa. Si Demetrio y sus artífices tienen motivo de queja contra alguno, tenemos tribunales, y también procónsules. Ante ellos pueden presentar su acusación. Y si tienen alguna otra demanda, eso puede resolverse en una asamblea legalmente constituida.Por sucesos como el de hoy, corremos el riesgo de que se nos acuse de sedición, ya que nada justifica una reunión como ésta». Dicho esto, el escribano disolvió la asamblea”.1

Pablo llevaba más de dos años predicando allí, en Éfeso y en algunas localidades de la provincia romana de Asia, donde muchos judíos y griegos oyeron la Palabra del Señor y creyeron. La predicación de Pablo fue acompañada además, de una gran cantidad de milagros extraordinarios.2 Debido a algunos de estos hechos notables, mucha gente magnificaba el nombre del Señor Jesús, abandonando sus supersticiones e idolatrías.3 La Ley de Dios, los diez Mandamientos, nos dice que no debemos hacer figuras de Dios o de las cosas del cielo, y mucho menos arrodillarnos o venerarlas, ni siquiera honrarlas porque eso es idolatría.4 Todavía hoy se pueden ver en muchos lugares, incluso entre cristianos, el uso en el culto de imágenes, estatuas y otros elementos que son idolatría y que la palabra de Dios condena de forma muy clara y contundente.5

 

Referencias Bíblicas:

  1. Hechos 19: 24-41
  2. Hechos 19: 8-11
  3. Hechos 19: 17-20
  4. Éxodo 20: 4-6, 22, 23; Levítico 26: 1; Hechos 17: 29
  5. Isaías 44: 9-20; Jeremías 10: 14, 15; Ezequiel 11: 17-21