GRANA

068-GRANAEl profeta Isaías, el profeta que más habló acerca de cómo sería el Mesías que habría de venir, menciona el poder restaurador y transformador de Dios en uno de los pasajes más conocidos de la Biblia: “Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: aunque vuestros pecados sean como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; aunque sean rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana”.1 Pero, ¿qué es la grana? Aparte de ser un color de tonalidad rojiza purpúrea viva, es una tintura, un polvo colorante obtenido de triturar los cuerpos secos de diferentes insectos, como cochinilla o quermes, y que tiñe permanentemente los tejidos. Antes de conocerse los tintes artificiales, para los colores se dependía de fuentes naturales. La escarlata se obtenía mediante la pulverización de la cochinilla, insecto rojo que los orientales denominaban “gusano escarlata”. El color rojo de grana también es conocido como carmesí, carmín o escarlata.

En la Biblia, hay multitud de textos donde se mencionan tejidos teñidos con ese tinte, que toman luego el nombre del color.2 De la misma manera, el pecado tiñe o mancha nuestras vidas, apartándonos de Dios y por lo tanto, del bien y de la vida. Pero eso tiene solución, y está en lo que Dios puede y quiere hacer por nosotros. Dios nos invita a cambiar, a mejorar, a aprender a hacer el bien.3 Puede ser que sea o parezca imposible para nosotros4, pero Dios tiene todo el poder y está a nuestra disposición.5 Él puede hacer por nosotros lo que nosotros solos no podemos. Jesús dijo: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar”.6 Si aceptamos su promesa y abandonamos nuestros pecados, está listo y dispuesto a limpiarnos de toda injusticia. Nos dará un corazón puro7 y la presencia permanente de su Espíritu pues Jesús vive para interceder por nosotros.8

 

Referencias Bíblicas:

  1. Isaías 1: 18
  2. Génesis 38: 28; Josué 2: 18; Cantares 3: 10; 4: 3
  3. Isaías 1: 17
  4. Jeremías 13: 23
  5. Filipenses 4: 13
  6. Mateo 11: 28
  7. Proverbios 23: 26
  8. Hebreos 7: 25; 1 Timoteo 2: 5