LA NUEVA JERUSALÉN

THE NEW JERUSALEM-LA NUEVA JERUSALENLa Nueva Jerusalén es la ciudad celestial. Es donde Jesús fue a preparar un lugar para nosotros, para estar siempre con él.1 La ciudad del cielo, cuyo arquitecto y constructor es Dios, es un lugar real, deseado y esperado por los creyentes de todas las épocas, como lo fue Abrahán.2 Pablo habla de que, para los que confiamos en la salvación de Dios, nuestra ciudadanía está en el cielo, a donde iremos con Jesús cuando venga.3 Esta maravillosa ciudad es descrita con detalle por el apóstol Juan en el Apocalipsis.4 Es una gran ciudad de oro, que será establecida en la Tierra, cuando descienda del cielo al final del milenio.Aquí será la capital del reino de Dios cuando la Tierra sea renovada.5 Isaías la describe como “hermosa corona” y “diadema real”.6 En ella estará el trono de Dios y también el árbol de la vida: “Después me mostró un río límpido, de agua de vida. Era resplandeciente como el cristal, y salía del trono de Dios y del Cordero.En medio de la calle de la ciudad, y a cada lado del río, estaba el árbol de la vida, el cual produce doce frutos y da su fruto cada mes; las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones.Allí no habrá maldición. El trono de Dios y del Cordero estará en medio de ella, y sus siervos lo adorarány verán su rostro, y llevarán su nombre en la frente.Allí no volverá a haber noche; no hará falta la luz de ninguna lámpara ni la luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará. Y reinarán por los siglos de los siglos”.7

En el Apocalipsis se dice de ella que es la esposa del Cordero, y el proceso de prepararla para que la habitemos es llamado las bodas del Cordero y eso coincide con el juicio celestial.8 En la parábola de las diez vírgenes, cuando vino el Esposo, “las que estaban preparadas entraron con él a las bodas”.9 La venida del Esposo, presentada aquí, se verifica antes de la boda. Todos los que por el testimonio de las Escrituras sigan por fe a Cristo, mientras se presenta ante Dios, para efectuar la última obra de mediación y para recibir su reino cuando concluya su obra, están representados como si entraran en la boda. Ésta se realiza en el cielo y representa el acto de ser investido Cristo de la dignidad de Rey. Cristo, según el profeta Daniel, recibirá del Anciano de días en el cielo “el dominio, y la gloria, y el reino”, recibirá la Nueva Jerusalén, la capital de su reino, “preparada como una novia engalanada para su esposo”.10 Después de recibir el reino, vendrá en su gloria, como Rey de reyes y Señor de señores, para redimir a los suyos11 y para participar con ellos de la cena de las bodas del Cordero.12 Salta pues a la vista que la Esposa representa a la ciudad santa, y las vírgenes, que van al encuentro del Esposo, representan a la iglesia. En el Apocalipsis, el pueblo de Dios son los invitados a la cena de las bodas. Si son los invitados, no pueden representar también a la esposa.13

Después de los mil años, Cristo bajará sobre el Monte de los Olivos, de donde ascendió después de su resurrección, y donde los ángeles repitieron la promesa de su regreso.14 La Nueva Jerusalén, descenderá entonces del cielo en su deslumbrante esplendor y se asentará en el lugar purificado y preparado para recibirla. Dios mismo, su pueblo y los ángeles, estarán en la santa ciudad.15 Solamente entrarán a la ciudad los que están inscritos en el libro de la vida del Cordero.16 El pueblo de Dios tendrá el privilegio de tener comunión directa con el Padre y el Hijo.17 Ahora, vemos la imagen de Dios reflejada como en un espejo en las obras de la naturaleza y en su modo de obrar con los hombres; pero entonces le veremos cara a cara, sin velo que nos lo oculte. Estaremos en su presencia y contemplaremos la gloria de su rostro. Allí los redimidos conocerán como son conocidos. Los sentimientos de amor y simpatía que el mismo Dios implantó en el alma, se desahogarán del modo más completo y más dulce.

El trato puro con seres santos, la vida social y armoniosa con los ángeles bienaventurados y con los fieles de todas las edades que lavaron sus vestiduras y las emblanquecieron en la sangre del Cordero, los lazos sagrados que unen a “toda la familia en los cielos, y en la tierra”18, todo eso constituye la dicha de los redimidos. El gran conflicto habrá terminado. Ya no habrá más pecado ni pecadores. Todo el universo estará purificado. La misma pulsación de armonía y de gozo latirá en toda la creación. De Aquél que todo lo creó manarán vida, luz y contentamiento por toda la extensión del espacio infinito. Desde el átomo más imperceptible hasta el mundo más vasto, todas las cosas animadas e inanimadas, declararán en su belleza sin mácula y en júbilo perfecto, que Dios es amor.19

 

Referencias Bíblicas:

  1. Juan 14: 1-3
  2. Hebreos 11: 8-10, 13-16
  3. Filipenses 3: 20, 21; 1 Tesalonicenses 4: 17
  4. Apocalipsis 21: 9-27
  5. Apocalipsis 21: 1-5, 9, 10; Isaías 66: 22, 23
  6. Isaías 62: 1-3; 65: 17-19
  7. Apocalipsis 22: 1-5; 21: 22-26; Zacarías 14: 8, 11
  8. Apocalipsis 19: 1-8; Daniel 7: 9, 10
  9. Mateo 25: 1-13
  10. Daniel 7: 13, 14; Apocalipsis 21: 2
  11. Mateo 8: 11; Lucas 22: 30
  12. Mateo 26: 29;
  13. Apocalipsis 19: 9
  14. Zacarías 14: 3-5, 9; Hechos 1: 9-12
  15. Zacarías 8: 3, 8; Apocalipsis 22: 3; 21: 22, 23
  16. Apocalipsis 21: 27
  17. Mateo 5: 8; Isaías 52: 7-10; 1 Corintios 13: 12
  18. Efesios 3: 15; Apocalipsis 5: 13
  19. 1 Juan 4: 8-10, 16; 5: 11, 12