En el libro de Apocalipsis encontramos una repetición y ampliación de conceptos bajo la figura del número 7. Así pues, tenemos 7 iglesias1 para hablar de la historia total de la iglesia en su dimensión espiritual y 7 sellos2 para hablar de la historia de la iglesia en su relación con el mundo. Luego aparecen 7 trompetas3 y finalmente 7 plagas.4 Las 7 iglesias y los 7 sellos nos muestran que, a pesar de la pureza original, el cristianismo sufrió un proceso de apostasía al introducirse en la teología cristiana conceptos de origen pagano, que llevaron a la iglesia a la práctica de la idolatría.
El paralelismo entre las 7 trompetas y 7 plagas es evidente, no obstante, hay algunos detalles que nos permiten ver su diferencia. Parece evidente que el toque de las trompetas tiene un claro propósito de llevar a las personas al arrepentimiento. Durante el toque de las trompetas el incrédulo todavía puede glorificar a Dios.5 En cambio, los juicios de las copas con las plagas, comparten algunos elementos en común con las plagas de Egipto y la liberación del pueblo de Israel de su esclavitud. A diferencia de las trompetas, son juicios sobre toda la tierra.6 Las plagas sólo serán derramadas cuando ya no haya tiempo de gracia, cuando la oportunidad de salvación haya terminado.7 Eso sólo ocurrirá poco antes de la segunda venida de Cristo. Él mismo advirtió de las muchas guerras, hambres, terremotos y pestilencias de antes de su venida, pero ésos no serían más que preliminares.8 Estos males irán sucediendo más y más, y se harán más y más desastrosos. La destrucción caerá sobre hombres y animales. “La tierra ha quedado destruida. Cayó enferma, y con ella también el mundo. ¡El cielo y la tierra se enfermaron! La tierra quedó contaminada por causa de sus habitantes, pues transgredieron las leyes, falsearon el derecho, y quebrantaron el pacto eterno”.9 Pero las 7 plagas finales son una acción de Dios, extraña, pero definitiva. Cuando Cristo deje de interceder en el santuario, se derramará sin mezcla la ira de Dios, de la que son amenazados los que adoran a la bestia y a su imagen y reciben su marca.10
Estas plagas no serán universales, pues de lo contrario los habitantes de la tierra serían enteramente destruidos. También serán de corta duración. Sin embargo serán los azotes más terribles que hayan sufrido jamás los hombres. Todos los juicios que cayeron sobre los hombres antes del fin del tiempo de gracia fueron mitigados con misericordia. La sangre propiciatoria de Cristo impidió que el pecador recibiese el pleno castigo de su culpa; pero en el juicio final, la ira de Dios se derramará sin mezcla de misericordia. En ese momento, mucha gente invocará inútilmente la protección de la misericordia divina, la que por tanto tiempo despreciaron.11 Se dice de Babilonia que “sus pecados han llegado hasta el cielo y Dios se ha acordado de sus maldades”.12 Ha llenado la medida de sus culpas y la ruina está por caer sobre ella. Pero Dios tiene aún un pueblo en Babilonia y antes de que los juicios del cielo caigan, estos fieles deben ser llamados para que salgan de la ciudad y que no tengan parte en sus pecados ni en sus plagas. De ahí que este movimiento esté simbolizado por el ángel que baja del cielo, alumbrando la tierra y denunciando con voz potente los pecados de Babilonia. Al mismo tiempo que este mensaje, se oye el llamamiento: “Salid de ella, pueblo mío”.13 Estas declaraciones, unidas al mensaje del tercer ángel, constituyen la amonestación final que debe ser dada a los habitantes de la tierra. Mientras que una clase de personas, al aceptar el signo de la sumisión a los poderes del mundo, recibe la marca de la bestia, la otra, por haber escogido el signo de obediencia a la autoridad divina, recibirá el sello de Dios.
Referencias Bíblicas: