PANES Y PECES

BREADS AND FISHES-PANES Y PECESLos peces y los panes de cebada eran la comida diaria de los pescadores que vivían alrededor del mar de Galilea. Estos sencillos alimentos tuvieron un protagonismo muy especial en unos de los más asombrosos milagros de Jesús. En dos ocasiones, Jesús alimentó a una gran multitud de varios miles de personas con apenas unos pocos panes y peces. De forma milagrosa, los trozos de panes y peces que él iba cortando para repartirlos se multiplicaban en sus manos, materializándose en ese mismo instante. Debió ser algo espectacular y las cifras dan buena cuenta de ello. En la primera ocasión1, grupos de peregrinos de cerca y de lejos, que se dirigían a Jerusalén para la Pascua, se reunieron para ver a Jesús. Su número fue en aumento, hasta que se juntaron “como cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los niños”.2 La gente escuchaba las palabras misericordiosas que brotaban de los labios del Hijo de Dios. Había transcurrido ya el día, el sol se estaba hundiendo en el occidente, y la gente seguía allí.

Muchos habían venido de lejos, y no habían comido desde la mañana. En las aldeas y pueblos de los alrededores podían conseguir alimentos. Pero Jesús dijo: “Dadles vosotros de comer”3, y luego, volviéndose a Felipe, preguntó: “¿De dónde compraremos pan para que coman éstos?”4 Esto lo dijo para probar la fe del discípulo. Felipe miró el mar de cabezas, y pensó que sería imposible proveer alimentos para satisfacer las necesidades de una muchedumbre tan grande. Contestó que doscientos denarios de pan no alcanzarían para que cada uno tuviese un poco. Jesús preguntó cuánto alimento podía encontrarse entre la multitud. “Un muchacho está aquí, dijo Andrés, que tiene cinco panes de cebada y dos pececillos; ¿pero qué es esto entre tantos?”.5 Jesús ordenó que le trajesen estas cosas y luego pidió a los discípulos que hiciesen sentar a la gente sobre la hierba, en grupos de cincuenta y de cien personas, para conservar el orden, y a fin de que todos pudiesen presenciar lo que iba a hacer.6 Hecho esto, Jesús tomó los alimentos, y levantando los ojos al cielo, los bendijo, y los partió y dio los panes a los discípulos, y los discípulos a las gentes. Y comieron todos, y se saciaron. Y recogieron doce cestas llenas de los pedazos de pan y peces sobrantes.7 Con este milagro Jesús quería darles varias lecciones: Debemos confiar siempre en el poder de Dios, para él todo es posible; en segundo lugar, debemos dar importancia a las cosas pequeñas, no debemos desperdiciar nada de las bendiciones que Dios derrama sobre nosotros, el alimento es una bendición de Dios y cada trocito de “pan” tiene un gran valor y significado, hay mucha gente que está muriendo de hambre.

Dios desea que le reconozcamos en sus dones, a fin de que ellos sean, como él quería, una bendición para nosotros. Con este fin fueron realizados los milagros de Cristo. El que había dado el maná estaba entre ellos. Era Cristo mismo quien había conducido a los hebreos a través del desierto, y los había alimentado diariamente con el pan del cielo. Este alimento era una figura del verdadero pan del cielo. El Espíritu que fluye de la infinita plenitud de Dios y da vida es el verdadero maná. Jesús dijo: “El pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo”.8 Pensando todavía que Jesús se refería al alimento temporal, algunos de sus oyentes exclamaron: “Señor, danos siempre este pan”. Jesús habló entonces claramente: “Yo soy el pan de vida”.9 En la segunda ocasión donde se produjo un milagro similar10, Jesús subió a una montaña y allí la muchedumbre acudió a él trayendo a sus enfermos y cojos y poniéndolos a sus pies. El los sanaba a todos; y la gente, aunque era pagana, glorificaba al Dios de Israel. Durante tres días este gentío continuó rodeando al Salvador, durmiendo de noche al aire libre y de día agolpándose ávidamente para oír las palabras de Cristo y ver sus obras. Al fin de los tres días, se habían agotado sus provisiones. Jesús no quería despedir a la gente hambrienta, e invitó a sus discípulos a que le diesen alimentos. Le trajeron lo que tenían: siete panes y dos peces. La muchedumbre fue alimentada, y sobraron siete grandes cestos de fragmentos. Cuatro mil hombres, además de las mujeres y los niños, repararon así sus fuerzas, y Jesús los despidió llenos de alegría y gratitud.

 

Referencias Bíblicas:

  1. Mateo 14: 13-21; Marcos 6: 30-44; Lucas 9: 10-17; Juan 6: 1-13
  2. Mateo 14: 21
  3. Mateo 14: 16
  4. Juan 6: 5-7
  5. Juan 6: 8, 9
  6. Marcos 6: 39, 40
  7. Lucas 9: 16, 17
  8. Juan 6: 33
  9. Juan 6: 34, 35
  10. Mateo 15: 32-39; Marcos 8: 1-10