PENTECOSTÉS

PENTECOST-PENTECOSTESUna de las fiestas religiosas más populares de los judíos era la llamada fiesta de la siega de las primicias del trigo o fiesta de las semanas1; en griego: Pentecostés, que significa “quincuagésimo”. Era una de las tres ocasiones festivas nacionales en las que todo el que podía peregrinaba a Jerusalén.2 Se celebraba, como su nombre indica, 50 días después de la fiesta de la gavilla mecida, fiesta celebrada justo después de la Pascua y de los panes sin levadura.3 Pentecostés era la fiesta que atraía al mayor número de peregrinos de tierras lejanas, representando a muchas naciones. Era un día importante, considerado un día de liberación y los rabinos lo tenían como el día que Dios habló y pronunció los diez mandamientos, la ley de Dios.

Los discípulos, después de la ascensión de Jesús, se habían vuelto a Jerusalén a esperar la “promesa del Padre”.4 Permanecieron unánimes, reuniéndose frecuentemente un buen número de ellos en el aposento alto, para orar y rogar al Señor.5 Diez días después, precisamente el día de Pentecostés, cuando se encontraban allí en ese mismo ambiente de fraternidad y oración, sucedió un hecho extraordinario. De repente, vino del cielo un gran estruendo, como de un viento fuerte, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados y se les aparecieron llamas, como lenguas de fuego encima de cada uno de los que estaban allí, formando parte de aquella primera congregación o iglesia cristiana.6 El fenómeno milagroso, enviado por el Señor desde el cielo no paró ahí, sino que al instante todos fueron llenos del Espíritu Santo, quien les concedió el don de hablar en otras lenguas como Él quiso.7 Aquel ruido fue tan fuerte, que muchos de los peregrinos y vecinos de Jerusalén salieron a ver qué había pasado, juntándose cerca de la casa una gran multitud de muchas naciones. Se quedaron confusos, al ver que las personas que salían de la casa les hablaban y todos les entendían, siendo que la multitud hablaba diferentes idiomas. Todos estaban atónitos y se maravillaban de lo que estaban viendo, porque aquéllos que hablaban eran galileos.8 La gente se preguntaba qué podía significar aquello, aunque algunos se burlaban de los discípulos.9

Fue el apóstol Pedro, quien inspirado por el Espíritu Santo, se dirigió en voz alta a la multitud y en un elocuente discurso que pasó a la posteridad, les explicó que el fenómeno que estaban presenciando era debido al derramamiento del Espíritu Santo, relacionándolo con el cumplimiento de la profecía del profeta Joel.10 Le oyeron declarar con intrepidez que Aquel Jesús que había sido recientemente humillado,escarnecido, herido por manos crueles, y crucificado, era el Príncipe de la vida, exaltado ahora a la diestra de Dios. El poder que acompañaba a las palabras del orador los convenció de que Jesús era en verdad el Mesías. Los oyentes fueron tocados también por el Espíritu Santo y las palabras de Pedro, y muchos de ellos, unas tres mil personas, creyeron y se arrepintieron de sus pecados siendo bautizadas por agua y por el Espíritu Santo.11 Las maravillas de aquél día y las señales milagrosas hechas más tarde por los apóstoles, sobrecogió a mucha gente de Jerusalén. Veían también con asombro como toda aquella gente, a la cual cada día se añadían muchos más, se cuidaban unos a otros, andaban juntos, compartían todo y guardaban con fidelidad las enseñanzas que recibían de los apóstoles, llevando una vida consagrada y piadosa todos los días, tanto en el templo como en las casas. Muchos comían juntos con alegría y sencillez, alabando siempre a Dios y ayudando a toda la gente, una actitud que asombraba a todo el pueblo.12 Había nacido la iglesia cristiana.

 

Referencias Bíblicas:

  1. Éxodo 34: 22; Números 28: 26; Deuteronomio 16: 9, 10
  2. Deuteronomio 16: 16; Éxodo 23: 14-17; 34: 23; Hechos 20: 16
  3. Levítico 23: 15, 16
  4. Hechos 1: 4; Lucas 24: 49; Juan 16: 7, 13
  5. Hechos 1: 13-15
  6. Hechos 2: 1-3
  7. Hechos 2: 4
  8. Hechos 2: 5-11
  9. Hechos 2: 12, 13
  10. Hechos 2: 14-21; Joel 2: 28-32
  11. Hechos 2: 22-41
  12. Hechos 2: 42-47