Algunos años después de recibir la visión de Persia y Grecia (el carnero de dos cuernos y el macho cabrío de un cuerno), durante el imperio de Medo Persia, Daniel oró un día por su pueblo deportado, pidiendo a Dios perdón y ayuda.1 Fue en ese mismo momento, cuando desde el cielo fue enviado el ángel Gabriel, para explicarle a Daniel la parte de la visión que no entendió y que le costó estar enfermo, o sea, la de las 2300 tardes y mañanas. El ángel le había dicho que era verdadera y que la guardara porque era para mucho tiempo, acabado el cual, “el santuario sería purificado”.2 El ángel le insistió: “he venido para enseñártela… entiende la orden y entiende la visión”. Como sabemos, a Daniel le seguía preocupando la situación del santuario asolado y le parecía que no iba a purificarse hasta pasado todo ese tiempo: 2300 tardes y mañanas. Eso significaba 2300 años, pues en profecía un día (tarde y mañana) representa un año.3 Eso era demasiado tiempo para Daniel, de hecho esta profecía llegaba según el ángel, hasta el tiempo del fin, cuando Dios iba a actuar contra los poderes apóstatas de este mundo como el cuerno pequeño blasfemo y perseguidor.4 Gabriel le explica primero, que de ese tiempo, de esa profecía o visión (marah, en hebreo) había “setenta semanas” que estaban cortadas o separadas para su pueblo, los judíos. Esto representa 490 años, divididos en tres partes: siete semanas (49 años), sesenta y dos semanas (434 años) y una semana (7 años), esta última dividida en dos partes iguales.5 Pero, ¿cuándo habrían de empezar esos 490 años, que debían ser la primera parte de los 2300 años? Inmediatamente, Gabriel lo dice: “desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén”.6
Justo antes de orar, Daniel estaba estudiando la profecía de Jeremías que hablaba del final de los 70 años de la deportación de los judíos a Babilonia. Pronto debería ser dada la orden para que pudieran regresar y hacer lo que marcaba esa parte de la profecía: reconstruir Jerusalén, el muro y el templo. Rastreando en la Biblia, encontramos que eso se produjo en el tiempo prefijado, bajo la dirección de los profetas Esdras y Nehemías, y en tres veces, por orden de Ciro, Darío y Artajerjes.7 Eso sucedió el año 457 A.C. y desde ahí comienzan los 2300 años, la mayor profecía de tiempo de la Biblia. Las setentas semanas tenían el propósito de terminar la prevaricación, poner fin al pecado, expiar la iniquidad y traer la justicia perdurable. Según el resto de la Biblia, eso sólo lo podría hacer el Salvador del mundo, el Mesías (el Ungido), Jesucristo, gracias a su muerte por nosotros. Y eso es exactamente lo que dice esta profecía que pasaría: “se quitará la vida al Mesías”, “a la mitad de la semana se hará cesar el sacrificio y la ofrenda”. La muerte de Cristo a los tres años y medio (mitad de la semana), después de su bautismo o ungimiento (Mesías Príncipe), marcó el fin de los sacrificios que le representaban, pues Él es “el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”.8
La profecía dice que, al final de los 2300 años, “el santuario será purificado”. También que ¿Qué significa eso? El santuario o templo reconstruido en el tiempo fijado por la profecía, fue vuelto a derribar en el año 70 por los romanos, como lo profetizó Jesús9, y nunca más se ha reconstruido. ¿A qué Santuario se puede referir, puesto que en la Tierra no había ninguno? ¿Y cuándo sería eso? La Biblia sólo habla de otro Santuario, el verdadero, el “celestial”.10 Moisés hizo el Santuario de acuerdo a ese modelo real.11 El apóstol Pablo explica esto, diciendo que el santuario terrenal, sus muebles y su servicio eran un símbolo o sombra de las cosas celestiales y que los sacerdotes también representaban al único Sumo Sacerdote celestial, Jesucristo, quien comenzó ese ministerio celestial después de ascender al cielo.12 Pero añade que de la misma manera que se purificaba una vez al año el Santuario terrenal, también era necesario que el Santuario Celestial fuera purificado13 y a eso se refiere la profecía que ocurriría al final de los 2300 años, que concluyeron en el año 1844. ¿Qué es la purificación? Es el juicio que Dios dijo que se realizaría antes de la segunda venida de Cristo, como presenta la profecía de las cuatro bestias, cuando el Hijo del Hombre vino ante el Anciano, en el cielo y se inició el juicio.14 El apóstol Pablo dice lo mismo al hablar del Santuario: primero el juicio y luego vendrá Jesús, ya sin relación con el pecado, pues todo habrá sido purificado en el Santuario Celestial.15 Esto también se presenta en la parábola de Jesús del vestido de bodas.16 La purificación del santuario implica por lo tanto una obra de investigación, una obra de juicio. Esta obra debe realizarse antes de que venga Cristo para redimir a su pueblo, pues cuando venga, su galardón está con él, para que pueda otorgar la recompensa a cada uno según haya sido su obra. Hoy todavía Cristo intercede por nosotros junto al Padre, mientras el juicio continúa, pero pronto concluirá.17
Referencias Bíblicas: