DILUVIO

012-DILUVIOLa multitud incrédula sobre la profecía de Noé, pensaría que el patriarca estaba engañado y que era imposible que el mundo pudiera ser destruido por un diluvio. Antes de eso no había habido lluvia sobre la tierra. Una especie de vapor subía de la tierra, que Dios hacía descender como rocío1, para revitalizar la vegetación y hacerla florecer. Cuando se acabó el plazo2, Noé, su familia y todos los animales entraron en el arca y Dios cerró la puerta.3 Pasaron siete días dentro del arca sin llover, pero al octavo día, la tremenda tempestad comenzó.4 Por la rotura de la corteza terrestre, de las profundidades de la tierra brotaron cantidades inmensas de agua, que se unieron a las tremendas cataratas de agua que caían del cielo.5 Así, sin parar, durante cuarenta días completos.6 El rugido del agua y de los truenos, y el resplandor de los relámpagos debieron atemorizar a hombres y animales. Era algo que no habían visto antes.

Los que habían despreciado las advertencias de Noé y habían ridiculizado al fiel predicador de la justicia, se arrepentirían demasiado tarde de su incredulidad. Las aguas subieron muchísimo sobre la tierra y el arca flotaría sacudida sobre la superficie de las aguas, pero protegida de todo peligro por ángeles de Dios. Los hombres y animales que estaban dentro de ella tendrían temor, pero no tenían nada que temer porque la mano de Dios que había cerrado la puerta del arca estaba al timón de todas las cosas. Todos los montes altos que había, quedaron cubiertos con varios metros de agua por encima del punto más alto de la Tierra. Había un único océano sin playas. Murieron todos los seres que había sobre la tierra: aves, ganados, reptiles y todos los hombres. Todo lo que había en la tierra, murió. Fueron borrados de la tierra. Solamente quedó Noé y los que con él estaban en el arca. Las aguas permanecieron ciento cincuenta días sobre la tierra.7

Dios estuvo cuidándoles durante todo el tiempo que estuvieron dentro del arca, que fue algo más de un año8, mientras duró el efecto del devastador diluvio. La maldad extrema a la que el hombre había llegado, fue la causa de la intervención divina.9 En la Palabra de Dios, el mismo Jesús nos dice que poco antes de su segunda venida, este mundo repetirá las condiciones de maldad que hubo justo antes del diluvio.10 Dios nos da a escoger, el bien o el mal. El desea lo mejor para nosotros.11 El desea que escojamos el bien, pero no nos obligará a nada, aunque el mal lo eliminará definitivamente y para siempre. Dios desea nuestra restauración a su imagen y semejanza, y su objetivo total se cumplirá en la segunda venida de Jesucristo, pero puede empezar aquí y ahora.12

 

Referencias Bíblicas:

  1. Génesis 2: 4-6
  2. Génesis 6: 3
  3. Génesis 7: 7-9, 13-16
  4. Génesis 7: 10
  5. Génesis 7: 11
  6. Génesis 7: 17
  7. Génesis 7: 18-23
  8. Génesis 7: 11; 8: 13, 14
  9. Génesis 6: 5
  10. Mateo 24: 37-39; Lucas 17: 26-30; 2 Pedro 3: 5-10
  11. Deuteronomio 30: 19, 20; Jeremías 29: 11; Salmos 34: 14
  12. Apocalipsis 21: 4; 1 Corintios 15: 51-55; 2 Corintios 5: 17