CESTA DE MOISÉS

029-CESTA DE MOISESUn nuevo Faraón que no había conocido al buen gobernante José, hijo de Jacob, ni quería reconocer sus grandes logros y aportes beneficiosos para Egipto, dominaba en el país.1 Celoso y temeroso del número y poderío de los hebreos que vivían en su nación, hizo todo lo posible por someterlos, llegando a degradarles al nivel de esclavitud para así asegurarse el control.2 Otro método, más perverso e inhumano fue el de mandar matar a todos los niños varones hebreos recién nacidos, asunto que encargó a las parteras de las hebreas, quienes por motivos de conciencia y de temor de Dios, no cumplieron la orden, alegando robustez de las hebreas que no necesitaban prácticamente a las parteras.3 Finalmente, en el colmo de su maldad, el Faraón decretó que cualquiera que viese a un niño hebreo varón recién nacido, lo echase al río.4 Es en esas difíciles circunstancias que nació un niño de la tribu de Leví, cuyos padres lo escondieron durante tres meses.5

Desesperados, y no pudiendo ocultarlo por más tiempo, tomaron la decisión de dejarlo en el río, pero en una canasta, una arquilla de juncos, que prepararon convenientemente con brea para que flotase en el agua. Lo dejaron protegido entre los juncos de la orilla y vigilado a lo lejos por una hermana del niño, quizás con esperanza de que alguien egipcio le encontrara y se apiadara de él, como así sucedió, pues fue nada menos que la hija del faraón quien le encontró cuando fue a bañarse al río, seguramente guiada por Dios a aquel lugar.6 No pasan las cosas por casualidad y Dios estaba al control de lo que allí estaba sucediendo. Aquellos padres confiaban en Dios, y esperaban su intervención de alguna forma milagrosa. La princesa se apiadó del niño hebreo que lloraba. La hermana del niño que estaba escondida, se presentó como apareciendo por allí por casualidad y con mucha inteligencia, le ofreció ir a buscar una nodriza hebrea para cuidar del niño y criarlo para la princesa. Ella aceptó inmediatamente, ofreciendo incluso pagar a la nodriza por sus servicios. Por supuesto, buscó a su propia madre, quien pudo criar y educar libremente al niño hasta que se hizo ya suficientemente mayor y al que la princesa puso nombre Moisés. Ella le adoptó como hijo suyo, viviendo desde entonces en el palacio y destinado a suceder al Faraón.7

Dios contesta las oraciones de quienes se dirigen a Él con fe y confianza.8 Los hijos son herencia de Dios9 y es nuestra responsabilidad y privilegio educarles en el camino de Dios.10 Como podemos ver en la historia de Moisés, él recibió una buena instrucción. No olvidó nunca a sus hermanos de raza, ni las enseñanzas de Dios y los buenos valores que su madre le inculcó. Fue preparado así para la gran obra que Dios le reservaba.

 

Referencias Bíblicas:

  1. Éxodo 1: 6-8
  2. Éxodo 1: 9-14
  3. Éxodo 1: 15-21
  4. Éxodo 1: 22
  5. Éxodo 2: 1, 2
  6. Éxodo 2: 3-5
  7. Éxodo 2: 6-10
  8. Salmos 5: 11; 7: 1; 34: 8; 37: 5
  9. Salmos 127: 3
  10. Proverbios 22: 6