CRUCE DEL MAR ROJO

Después de las diez plagas que cayeron sobre Egipto, por fin el Faraón dejó marchar a los israelitas. Cuando ya llevaban un tiempo fuera de Egipto, se esparció la noticia en Egipto que los hijos de Israel, en vez de detenerse para adorar en el desierto, iban hacia el Mar Rojo. Se lamentaron entonces de haber dejado ir a Israel, perdiendo así mucha mano de obra.1 Furioso, el Faraón reunió sus fuerzas y encabezó un gran ejército perseguidor. Los hebreos estaban acampados junto al mar, cuyas aguas presentaban una barrera aparentemente infranqueable ante ellos, cuando divisaron a lo lejos lo que parecía un gran ejército. El terror se apoderó del corazón de los israelitas. Algunos clamaron al Señor, pero la mayor parte de ellos se apresuraron a presentar sus quejas a Moisés.2 Moisés seguía la dirección divina y no temía las consecuencias. Su serena y confortadora respuesta al pueblo fue: “No temáis; estad firmes, y ved la salvación de Jehová que él hará hoy con vosotros; porque los Egipcios que hoy habéis visto, no los volveréis a ver nunca más. Jehová peleará por vosotros, y vosotros estaréis tranquilos”.3

La columna de nube se interpuso como muralla de tinieblas entre los perseguidos y los perseguidores. Los egipcios ya no pudieron localizar el campamento de los hebreos, y se vieron obligados a detenerse. La muralla de nube se convirtió en una gran luz para los hebreos.4 Dios dijo: “Y tú, alza tu vara, extiende tu mano sobre el mar y divídelo, para que los hijos de Israel pasen por medio del mar en seco”.5 Cuando Moisés extendió su vara, las aguas se dividieron, e Israel marchó en medio del mar, sobre tierra seca, mientras las aguas se mantenían como murallas a los lados.6 Los egipcios, entraron tras ellos hasta la mitad del mar y en ese momento, Dios quitó y estropeó las ruedas de sus carros. Quisieron huir entonces, pero desde la otra orilla, Moisés volvió a extender su mano y el mar se volvió con toda su fuerza contra ellos, muriendo todos ellos.7 Dios demostró nuevamente su poder protector, les había libertado y a él elevaron con fervor sus corazones agradecidos. Sus emociones encontraron expresión en cantos de alabanza. Moisés dirigió al pueblo en un triunfante himno de acción de gracias, el más antiguo y uno de los más sublimes que el hombre conoce.8 Este canto y la gran liberación que conmemoraba, hicieron una impresión imborrable en la memoria del pueblo hebreo. Ese canto no pertenece sólo al pueblo judío. Indica la futura destrucción de todos los enemigos de la justicia, y señala la victoria final del Israel de Dios. Juan, vio la multitud vestida de blanco, “los que habían alcanzado la victoria”, que cantan el cántico de Moisés siervo de Dios, y el cántico del Cordero”.9

 

Referencias Bíblicas:

  1. Éxodo 14: 5
  2. Éxodo 14: 11, 12
  3. Éxodo 14: 13
  4. Éxodo 14: 19, 20
  5. Éxodo 14: 16; Salmos 77: 19, 20
  6. Éxodo 14: 22
  7. Éxodo 14: 25, 27-30
  8. Éxodo 15: 1-20
  9. Apocalipsis 15: 2, 3