CALABACERA DE JONÁS

054-CALABACERA DE JONASJonás fue un profeta muy especial. Discutía con Dios. Fue enviado por Dios a predicar a la ciudad de Nínive, anunciando su destrucción de su parte, si no se arrepentían. Jonás conocía el propósito que Dios tenía de perdonar a la ciudad, que, a pesar de su maldad, fue inducida a arrepentirse en saco y ceniza. Debiera haber sido el primero en regocijarse por la asombrosa gracia de Dios; pero en vez de hacerlo, permitió que su mente se espaciase en la posibilidad de que se le considerase falso profeta. Celoso de su reputación, perdió de vista el valor infinitamente mayor de las almas de aquella miserable ciudad. Pero es que, al notar la compasión manifestada por Dios hacia los arrepentidos ninivitas, ¡Jonás se apesadumbró y se enojó!1 Una vez más cedió a su inclinación a dudar, y una vez más fue abrumado por el desaliento. Perdiendo de vista los intereses ajenos, fue dominado por el sentimiento de que era preferible morir antes que ver sobrevivir la ciudad. El Señor le preguntó: “¿Haces tú bien en enojarte tanto?”2

Salió Jonás indignado de la ciudad, y se hizo una choza hacia el oriente de la ciudad, y se sentó debajo de ella a la sombra, hasta ver qué sería de la ciudad. Y Dios hizo un milagro: preparó una calabacera, la cual creció sobre Jonás, ¡en un día! Dios lo hizo por amor a él, “para que le hiciese sombra sobre su cabeza, y le librara de su malestar: y Jonás se alegró grandemente por la calabacera”.3 El Señor dio entonces a Jonás una lección objetiva: “Preparó un gusano al venir la mañana del día siguiente, el cual hirió a la calabacera, y se secó. Y al salir el sol, mandó un recio viento solano; el sol hirió a Jonás en la cabeza, y sintió que se desmayaba, y deseaba la muerte, diciendo: ‘Mejor sería para mí la muerte que mi vida’. Entonces Dios le dijo: ‘¿Tanto te enojas por la calabacera?’ Y él respondió: ‘Mucho me enojo, hasta la muerte’. Y entonces Dios le dijo: ‘Tuviste tú lástima de la calabacera, en la cual no trabajaste, ni tú la hiciste crecer; que en espacio de una noche nació, y en espacio de otra noche pereció: ¿y no tendré yo piedad de Nínive, aquella gran ciudad donde hay más de ciento y veinte mil personas que no conocen su mano derecha ni su mano izquierda, y muchos animales?’”4

Confundido, humillado e incapaz de comprender el propósito que tenía Dios al perdonar a Nínive, Jonás había cumplido sin embargo la comisión que se le dio de amonestar aquella gran ciudad. Cumplió el propósito que Dios tenía al mandarlo. La gloria de su gracia se reveló entre los paganos. Los que habían estado “en tinieblas y sombra de muerte,… clamaron a Jehová en su angustia y les libró de sus aflicciones…, y rompió sus prisiones… Envió su palabra, y les curó, y les libró de su ruina”.5 Durante su ministerio terrenal, Cristo se refirió al bien realizado por la predicación de Jonás en Nínive, y comparó a los habitantes de aquel centro pagano con el pueblo que profesaba pertenecer a Dios en su época. Declaró: “Los hombres de Nínive se levantarán en el juicio con esta generación, y la condenarán; porque ellos se arrepintieron a la predicación de Jonás; y he aquí más que Jonás en este lugar”.6

 

Referencias Bíblicas:

  1. Jonás 4: 1, 2
  2. Jonás 4: 4
  3. Jonás 4: 3-6
  4. Jonás 4: 7-11
  5. Salmos 107: 10, 13, 14, 20
  6. Mateo 12: 40, 41