PLOMADA DE ZOROBABEL

064-PLOMADA DE ZOROBABELLa historia de las naciones nos habla a nosotros hoy. Dios asignó a cada nación e individuo un lugar en su gran plan. Hoy los hombres y las naciones son probados por la plomada que está en la mano de Aquel que no comete error. Por su propia elección, cada uno decide su destino, y Dios lo rige todo para cumplir sus propósitos.1 Setenta años estuvieron en el exilio los hijos de Israel, y en la reconstrucción Dios les habría de guiar en medio de grandes dificultades. A un descendiente del rey David, llamado Zorobabel2, confió el rey Ciro la responsabilidad de actuar como gobernador de la primera compañía que volvía a Judea; y con él iba asociado Josué el sumo sacerdote. Emprendieron enseguida la obra de restablecer lo que había sido derribado y destruido.3

Todos unidos como un solo hombre, restablecieron los servicios sagrados que se habían interrumpido cuando Jerusalén fue destruida por Nabucodonosor. Antes de separarse para alojarse en las casas que estaban tratando de reconstruir, “hicieron asimismo la solemnidad de las cabañas”.4

Los obreros empeñados en preparar los materiales de construcción encontraron entre las ruinas algunas de las inmensas piedras que se habían llevado al sitio del templo en los tiempos de Salomón. Las acomodaron para poder usarlas, y se proveyó además mucho material nuevo; de manera que pronto la obra hubo progresado al punto en que debía ponerse la piedra fundamental. Esto se hizo en presencia de muchos miles que se habían congregado para contemplar el progreso de la obra y para expresar su gozo por tener una parte en ella. Mientras se estaba colocando la piedra angular, el pueblo acompañado por las trompetas de los sacerdotes y los címbalos de los hijos de Asaf, cantaba alabando y agradeciendo a Dios.5 A causa de la ingratitud y la deslealtad que habían manifestado, fueron dispersados entre los paganos. Las condiciones habían cambiado. Con tierna misericordia, el Señor había vuelto a visitar a su pueblo y le había permitido regresar a su tierra.6 El pesar por los errores pasados debiera haber sido reemplazado por sentimientos de gran gozo. Dios había obrado en el corazón de Ciro para que les ayudase a edificar el templo. Se cumplió literalmente la promesa: “Las manos de Zorobabel echarán el fundamento a esta casa, y sus manos la acabarán”.7

 

Referencias Bíblicas:

  1. Zacarías 1: 12-16
  2. 1 Crónicas 3: 9, 19
  3. Esdras 2: 64-70
  4. Esdras 3: 1-6
  5. Esdras 3: 11
  6. Hageo 1: 13, 14; 2: 4
  7. Zacarías 4: 7, 9