TUMBA DE JESÚS

TOMB OF JESUS-TUMBA DE JESUSJesús murió un viernes, el día de la preparación para el sábado1, que en esa ocasión era también un día muy especial de la Pascua.2 Como iba llegando ya la noche, José de Arimatea, un personaje importante, miembro del Sanedrín y hasta entonces un discípulo oculto de Jesús, fue al gobernador Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús para llevarlo al sepulcro de su propiedad, totalmente nuevo y excavado en la roca. Pilato se lo entregó, después de comprobar con asombro, por la prontitud, que Jesús ya había muerto. José lo envolvió en una sábana limpia para llevarlo a la tumba.3 Con él acudió también allí otro discípulo oculto, Nicodemo4, quien vino trayendo un compuesto de mirra y áloes de casi 40 kilos. Ambos, hombres de recursos e influencia, le ofrecieron entonces a Jesús su don de amor, el que no le habían ofrecido en vida.5 Seguramente ya en la tumba, lo envolvieron en lienzos con esas especias aromáticas, conforme a la tradición judía de sepultar.6 Por lo que sabemos, también pusieron un sudario sobre la cabeza de Jesús.7 Antes de marcharse, José mandó rodar una gran piedra a la entrada del sepulcro. La tumba estaba en un huerto, situado justo al lado de donde fue crucificado Jesús.8 Varias mujeres fieles estaban en aquel lugar, viendo donde lo ponían.9 Ellas también querían preparar adecuadamente el cuerpo de Jesús para la sepultura, pero al ser ya casi la puesta de sol, cuando iba a comenzar el sábado, se fueron a casa, prepararon especias aromáticas y ungüentos y descansaron el sábado, de acuerdo al mandamiento.10

Al día siguiente, los principales sacerdotes y fariseos, venciendo todos sus principios y sus escrúpulos religiosos porque era sábado y Pascua, fueron a Pilato a solicitar que pusiera una gran guardia para asegurar el sepulcro, sellando también la piedra.11 Todo esto era por temor de lo que Jesús había dicho repetidas veces sobre su muerte y su resurrección al tercer día.12 No creían en ello, pero temían que vinieran sus discípulos de noche, se lo llevaran y dijeran al pueblo que había resucitado. Pasado el sábado, día de reposo, y al amanecer del primer día de la semana13, vinieron María Magdalena y otras mujeres con las especias aromáticas, a ver el sepulcro, pensando en cómo harían para remover la gran piedra de la entrada, pero la encontraron removida y el sepulcro vacío.14 ¿Qué había pasado? Un ángel, cuyo aspecto era como un relámpago y su ropa blanca como la nieve, bajó del cielo produciendo un gran terremoto y removió la piedra, sobre la que se sentó.15 Otro ángel entró al sepulcro y allí le encontraron las mujeres, a quienes confirmó que Jesús había resucitado y que fueran y lo dijeran a sus discípulos, que se encontraría con ellos en Galilea.16 Ellas estaban espantadas, con una mezcla de temor y gozo, pero al salir corriendo, se encontraron con Jesús, y con inmensa alegría se abrazaron a sus pies adorándole.17 Los evangelios relatan que, como María Magdalena había madrugado más y había sido la primera en llegar, fue también la primera en ver a los dos ángeles y la primera a quien Jesús se apareció.18 Cuando las mujeres dieron su testimonio a los discípulos reunidos, al principio, ellos no las creyeron19, pero luego, Pedro y Juan salieron corriendo hacia el sepulcro, llegando primero Juan, que era más joven, y allí comprobaron que los hechos relatados eran ciertos, y se volvieron a los suyos con gozo, aunque a algunos todavía les costó un poco creer.20

Mientras tanto, ¿qué había pasado con los aguerridos guardias romanos del sepulcro? Los sacerdotes hicieron todo lo que pudieron para conservar el cuerpo de Cristo donde había sido puesto. Toda una guardia de soldados vigilaba la tumba, posiblemente varias docenas de ellos, pero en cuanto aparecieron los ángeles delante de ellos y se produjo el terremoto, cayeron todos al suelo temblando de miedo y se quedaron como muertos.21 Nada pudieron hacer, ni siquiera cuando vieron salir del sepulcro al Hijo de Dios resucitado. Cuando todo pasó, no se atrevieron a presentarse ante el gobernador para notificarle los sucesos que habían vivido y que nadie iba a creer. Seguramente temieron por sus vidas, porque habían fracasado en su misión de vigilancia y sin siquiera luchar. Ellos fueron a la ciudad y dieron aviso a los principales de los sacerdotes, quienes les dieron mucho dinero para que mintieran y dijeran algo increíble: que los discípulos vinieron de noche y se llevaron el cuerpo, ¡estando ellos dormidos! Les aseguraron que ellos hablarían con Pilato para que no les pasara nada.22 En realidad, sólo cabía una cosa: que Jesús había resucitado. Se habían cumplido las palabras de Jesús: “Tengo poder para poner mi vida y tengo poder para volverla a tomar”; “Yo soy la Resurrección y la Vida”.23 La resurrección de Cristo es símbolo y garantía de nuestra propia futura resurrección24 y forma parte de la predicación del Evangelio.25 Cuando Cristo murió, algunas tumbas se abrieron con el terremoto y los muertos allí enterrados resucitaron justo después de que Jesús resucitó. Ellos testificaron en Jerusalén de este asombroso hecho.26 La Tumba de Jesús está vacía, porque Él resucitó. El Señor, El Hijo de Dios, quien es igual a Dios27, se hizo hombre, murió en la cruz siendo obediente y por eso, su nombre ha sido exaltado sobre todo otro nombre.28

 

Referencias Bíblicas:

  1. Marcos 15: 42; Lucas 23: 54
  2. Juan 19: 42
  3. Mateo 27: 57-60; Juan 19: 38; Marcos 15: 43-46; Lucas 23: 50-53
  4. Juan 3: 1, 2
  5. Juan 19: 39
  6. Juan 19: 40
  7. Juan 20: 6, 7
  8. Juan 19: 41
  9. Mateo 27: 61; Marcos 15: 47
  10. Lucas 23: 54-56; Éxodo 20: 8-11
  11. Mateo 27: 62-66
  12. Mateo 16: 21; 17: 23; 20: 19; Marcos 9: 31; Lucas 9: 22
  13. Mateo 28: 1
  14. Marcos 16: 1-4; Lucas 24: 1-3
  15. Mateo 28: 2, 3
  16. Marcos 16:5-7; Mateo 28: 5-7; Lucas 24: 4-10
  17. Mateo 28: 8-10
  18. Juan: 20: 1, 11-18; Marcos 16: 9-11
  19. Marcos 16: 11; Lucas 24: 9-11, 21, 46; Juan 20: 18
  20. Lucas 24: 12, 21-24, 36-43; Juan 20: 2-10, 24-29; Mateo 28: 17
  21. Mateo 28: 4
  22. Mateo 28: 11-15
  23. Juan 10: 17, 18; 11: 25; 2: 19-22; Hechos 10: 40; 13: 29-31
  24. 1 Tesalonicense 4: 14; 1 Corintios 15: 3, 4, 20-23; 1: 23, 24
  25. Hechos 2: 22-24, 32; 4: 2, 33; Romanos 1: 4
  26. Mateo 27: 52, 53; Isaías 26: 19
  27. Romanos 9: 5; Colosenses 1: 15-20; Hebreos 1: 2-4, 8-10
  28. Filipenses 2: 5-11; Hechos 4: 12; Romanos 10: 13; Apocalipsis 1: 8, 17, 18; Efesios 1: 20, 21