Cuando David venció al gigante Goliat en el valle de Ela, lo hizo solamente con su honda y una de las cinco piedras que llevaba. Al caer Goliat, David le arrebató su pesada y enorme espada y le cortó la cabeza. David guardó las armas de Goliat en su tienda1, entre ellas la gran espada, un preciado trofeo. Durante mucho tiempo, al principio del reinado de Saúl, los hebreos apenas tenían armas, sólo hondas y arcos. Como estaban oprimidos por los filisteos, éstos no les habían dejado tener herreros en Israel, de manera que no tenían espadas o lanzas, salvo Saúl y su hijo Jonatán. Hasta las rejas de los arados, las hachas o las hoces tenían que ir a afilarlas a los fortines filisteos.2 Era costumbre en aquellos tiempos que las armas de los reyes o paladines caídos en las batallas fueran llevadas a los templos de los dioses de cada nación. Cuando Saúl murió en una batalla contra los filisteos, sus enemigos le cortaron la cabeza y llevaron sus armas al templo de Astarot o Dagón.3 Con el tiempo, quizás siguiendo esta costumbre, la espada de Goliat se guardó en el tabernáculo de Dios.
Cuando David huía de la persecución de Saúl, llegó hasta Nob, ciudad donde se había llevado el tabernáculo desde Silo. Allí oficiaba Ahimelec, el sumo sacerdote. David pensó refugiarse en casa del siervo de Dios. En su angustia recurrió al engaño. Dijo al sacerdote que el rey le había enviado en una misión secreta, que requería la mayor celeridad. Con esto demostró David falta de fe en Dios, y su pecado causó poco después la muerte del sumo sacerdote.4 Doeg, el principal de los pastores de Saúl, que había aceptado la fe de los hebreos, estaba entonces pagando sus votos en el lugar de culto. Al verlo, David decidió buscar apresuradamente otro refugio, y conseguir alguna arma con la cual defenderse en caso de que fuese necesario. Le pidió a Ahimelec una espada, y él le dijo que no tenía otra que la de Goliat, conservada como una reliquia en el tabernáculo. David le dijo: “Ninguna como ella, dámela”.5 El valor de David revivió cuando tomó la espada que había usado una vez para matar al campeón de los filisteos.
David huyó hasta donde estaba Aquis, rey de Gat, pues le parecía que había más seguridad en medio de los enemigos de su pueblo que en los dominios del rey Saúl. Pero se le informó a Aquis que David había sido el hombre que había dado muerte al campeón filisteo de Gat años antes; y ahora el que buscaba refugio entre los enemigos de Israel se encontraba en un gran peligro. Pero fingiendo que estaba loco, pudo engañar a sus enemigos y logró escapar.6 Cometió David su primer error al desconfiar de Dios en Nob, y el segundo al engañar a Aquis. David había revelado nobles rasgos de carácter, y su valor moral le había ganado el favor del pueblo; pero cuando fue probado, su fe vaciló, y aparecieron sus debilidades humanas. Creía en Dios, y salió a la lucha en su nombre. Pero mientras se le buscaba y perseguía, la perplejidad y la aflicción casi habían ocultado de su vista a su Padre celestial.
Referencias Bíblicas: