A lo largo del tiempo, se han encontrado restos humanos muy antiguos y objetos hechos por el hombre en muchas cuevas alrededor del mundo. Estos restos, a veces fósiles, suelen representar a hombres con una constitución física peculiar, en general, de muy inferior aspecto al actual, y en los que suelen verse marcas de haber padecido muchas enfermedades. Es normal que se encuentren restos principalmente en las cuevas, porque de estar en superficie, la erosión y el paso de otros seres humanos o animales hubiera borrado todo rastro. Sin embargo, aún hoy, cuando observamos las diferentes razas humanas, con muy diferente constitución física entre sí, podemos encontrar algunas tribus perdidas o alejadas de la civilización cuyas anatomías son más parecidas que otras a las de estos antiguos hombres. De hecho, todavía sobreviven algunas tribus, cuyas condiciones de vida casi infrahumanas, debidas a la pobreza, la enfermedad y el aislamiento, parecen diferir muy poco de las condiciones de vida que tuvieron aquellos cuyos restos se encuentran en cuevas. Incluso, algunos son también cavernícolas y usan objetos e instrumentos similares a los antiguos.
¿Dice la Biblia algo sobre esto? Si Dios creó al ser humano a su imagen y semejanza1, con grandes capacidades y vitalidad, ¿cómo es que se encuentran estos hombres así?, tanto los antiguos, como los que todavía existen en la actualidad. Estos hombres llegaron a esta situación por degeneración física. Las pruebas nos muestran que, al contrario de lo que dice la teoría de la evolución, debido a la maldad y a las consecuencias del pecado y muchas veces por culpa de otros hombres, los seres humanos pueden degenerar mucho. Eso es exactamente lo que dice la Biblia, y da un ejemplo de ello, mencionando incluso las causas que les llevaron a esa situación. Hoy recogemos las pruebas de su desgraciada existencia, pruebas que muchos interpretan justamente al revés. En el libro de Job, él mismo aclara este tema, cuando cuenta su propia caída en desgracia y compara su situación con la de este tipo de seres humanos, que ya existían en su época. Escuchémosle:
“Pero ahora se ríen de mí los más jóvenes que yo, a cuyos padres yo desdeñaba poner junto a los perros de mi ganado, pues ¿de qué me hubiera servido ni aún la fuerza de sus manos, si no tienen fuerza alguna? A causa de la pobreza y del hambre andaban solitarios, huían a la soledad, a lugares tenebrosos, desolados y desiertos. Recogían malvas entre los arbustos y raíces de enebro para calentarse. Los echaban de en medio de la gente y todos les gritaban como a ladrones. Vivían en las barrancas de los arroyos, en las cavernas de la tierra y entre las rocas. Bramaban entre las matas
y se reunían debajo de los espinos. Hijos de gente vil, hombres sin nombre, más bajos que la misma tierra”.2
Algo que puede explicar “el hombre de las cavernas” es el dato, cuando menos curioso, que en la zona de Mesopotamia, donde se supone pudo ubicarse el Edén, no hay restos de civilización prehistórica; lo que nos lleva a pensar, como hipótesis de trabajo, que la expulsión del Edén después del pecado del hombre, dejó esa zona completamente despoblada por mucho tiempo. El hombre expulsado del Edén tuvo que adaptarse a las circunstancias climáticas, que habían cambiado como consecuencia de la rebelión contra Dios, improvisando lugares de refugio para protegerse de animales que también habían cambiado por la misma circunstancia.3 El hombre no fue creado para defenderse ni protegerse contra nada, porque nada podía hacerle daño. Así pues, se produce una adaptación al medio hostil en un proceso de degradación o evolución regresiva. Cuando paulatinamente va controlando la situación y descubriendo recursos para sobrevivir, ayudado por Dios, que nunca olvidó a sus criaturas4, experimenta un paulatino progreso en todos los órdenes. Después del diluvio, y no habiendo ya una zona vedada para el hombre, éste vuelve a ocupar el lugar donde pudo estar el Edén, pero ahora de una forma muy diferente, construye casas, utiliza los recursos naturales como los metales, los tejidos; sabe comunicarse por medio de la escritura, etc. Esto explicaría que en esa zona no hay restos prehistóricos, sino de unas civilizaciones avanzadas.
Referencias Bíblicas: