MONTE ARARAT

014-ARARATDespués de llevar Noé, su familia y los animales unos cinco meses dentro del arca, al fin las aguas empezaron a bajar. Habían llegado a subir hasta más de 7 metros por encima de las montañas más altas que había entonces. Con los movimientos de la corteza terrestre, se formaron altas montañas y profundos valles. De alguna forma, el Señor debió guiar el arca hasta un lugar seguro entre altas montañas, probablemente con aguas más tranquilas, un lugar protegido donde finalmente reposó el arca: las montañas de Ararat.1 Hay varios lugares que ahora se llaman Ararat. Un pueblo, una ciudad, una provincia y una cordillera con dos grandes montañas volcánicas similares, que los persas llamaban “Koh-i-nuha”, que significa “la montaña de Noé”. Todo esto se encuentra, entre la actual Armenia y Turquía, y muy cerca de Irán. En la Biblia, Ararat era también un país, el antiguo reino de Ararat2 (en asirio, Urartu)

Las aguas disminuyeron gradualmente durante dos meses y medio después de que el arca descansó sobre las montañas de Ararat. Dios les había cuidado en medio de la tormenta y del embravecido océano único, en que se había convertido la superficie de la tierra. Fue una prueba grave; pero la fe de Noé no vaciló, pues tenía la seguridad de que la mano divina empuñaba el timón. Noé y su familia esperaron sin duda ansiosamente a que bajasen las aguas; pues anhelarían volver a pisar tierra firme. Cuando, a la orden de Dios, salieron por fin del arca3, Noé no se olvidó de Aquel por cuyo cuidado habían sido protegidos. Su primer acto después de salir del arca fue construir un altar y ofrecer un sacrificio de toda clase de bestias y aves limpias, con lo que manifestó su gratitud hacia Dios por su liberación, y su fe en el Mesías, el gran sacrificio. Esta ofrenda agradó al Señor y de esto se derivó una bendición, no sólo para el patriarca y su familia, sino también para todos los que habrían de vivir en la tierra.4 En esto había una lección para las futuras generaciones. Noé había tornado a una tierra desolada; pero antes de siquiera preparar una casa para sí, construyó un altar para Dios. Su ganado era poco, y había sido conservado con gran esfuerzo. No obstante, con alegría dio una parte al Señor, en reconocimiento de que todo era de Él.

 

Referencias Bíblicas:

  1. Génesis 8: 4
  2. 2 Reyes 19: 37; Isaías 37: 38; Jeremías 51: 27
  3. Génesis 8: 15, 18
  4. Génesis 8: 20-22