TEMPLO DE SALOMÓN

049-SOLOMON'S TEMPLEDesde los mismos comienzos del reinado de David, uno de sus planes favoritos había sido el de erigir un templo a Jehová. A pesar de que no se le había permitido llevar a cabo este propósito, no había dejado de manifestar celo y fervor por esa idea.1 Había preparado una gran abundancia de los materiales más costosos: oro, plata, piedras de ónix y de distintos colores; mármol y las maderas más preciosas.2 David decidió dónde se haría la Casa de Dios: en el monte Moriah, en la era de Ornán jebuseo, lugar que David compró para edificar un altar por mandato de Dios.3 Cuando ya era viejo, reveló a su hijo Salomón la voluntad de Dios de que él sería el que edificaría por fin el templo. Le contó de los preparativos que había hecho para ello y además le entregó los planos y diseños que Dios mismo le había dado.4 La obra la comenzó Salomón el cuarto año de su reinado, en el mes segundo y se tardó siete años.5 “Cuando se edificó la casa, la fabricaron de piedras que traían ya acabadas, de tal manera que cuando la edificaban, ni martillos ni hachas se oyeron en la casa, ni ningún otro instrumento de hierro”.6 El templo estaba totalmente recubierto por dentro, primero con madera de cedro y después con oro puro, utilizando en ello grandísimas cantidades del preciado metal, pero no sólo era lo que David preparó, sino que la mayor aportación vino del pueblo y sus líderes, quienes para glorificar a Dios, dieron muchísimo en una ofrenda voluntaria7, además de lo que Salomón aportó después, porque la obra iba a ser “grande y portentosa”.8

Se emplearon a miles y miles de obreros para las diferentes fases de la construcción.9 Delante del templo, en el pórtico, Salomón hizo dos enormes columnas y las colocó una a la mano derecha, y otra a la izquierda; a la de la mano derecha la llamó Jaquín, y a la de la izquierda, Boaz10, nombres que significan respectivamente: “Él se establecerá” y “En él está la fuerza”. Es interesante ver que esta firmeza y fuerza expresadas aquí, referidas a Dios, es lo que también promete a sus hijos fieles y que confían en él. En Apocalipsis, Dios hace una promesa: “Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo”.11 En el servicio del tabernáculo, y en el del templo que posteriormente ocupó su lugar, se enseñaban diariamente al pueblo las grandes verdades relativas a la muerte y al ministerio de Cristo, y una vez al año sus pensamientos eran llevados hacia los acontecimientos finales de la gran controversia entre Cristo y Satanás, y hacia la purificación final del universo, que lo limpiará del pecado y de los pecadores.

 

Referencias Bíblicas:

  1. 1 Crónicas 22: 6-10; 28: 1, 2, 6
  2. 1 Crónicas 22: 14-16; 29: 2-5
  3. 1 Crónicas 21: 18, 19; 22: 1; 2 Crónicas 3: 1, 2
  4. 1 Crónicas 22: 6-16; 1 Crónicas 28: 9-19
  5. 1 Reyes 6: 1, 37, 38
  6. 1 Reyes 6: 7
  7. 1 Reyes 6: 9, 14, 15, 18, 21, 22; 1 Crónicas 29: 5-9
  8. 2 Crónicas 2: 3-9
  9. 2 Crónicas 2: 1, 2, 17, 18
  10. 2 Crónicas 3: 15-17; 1 Reyes 7: 15-22
  11. Apocalipsis 3: 12